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17 de junio Bicentenario de Martín Miguel de Güemes

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Escribió en sus memorias el Capitán General Joaquín de la Pezuela, Marqués de Viluma y 39° Virrey del Perú: "Habiendo derrotado al general Rondeau en Sipe Sipe nos dirigimos hacia el sur pensando que sería una tarea fácil terminar de someter a todo el territorio pues el grueso del ejército enemigo había quedado desarticulado. No fue así. Muy ufanos, mis generales que habían vencido a las tropas napoleónicas marcharon convencidos de una pronta victoria que no fue tal de ninguna manera. Las pocas huestes de Güemes, sin demasiada o nula instrucción militar, armados con lanzas que llaman chuzas y piedras enlazadas con cuero que llaman boleadoras les bastaron para vencer a nuestros ejércitos reales que llegaron de refuerzo desde España y superaban en número de entre 30 y 40 veces a esos centauros. Jamás en mi vida militar ví algo igual. La desazón fue muy grande al ver el campo de batalla sembrado de los uniformes rojos de nuestros soldados realistas que nada podían hacer contra la velocidad, fiereza y gallardía de esos fantasmas que aparecían y desaparecían de un modo inexplicable. Nunca más pudimos avanzar hacia Tucumán, Córdoba ni Buenos Ayres (sic) debido a los triunfos de Belgrano en 1812 y 1813 en Tucumán y Salta, y luego a la furia incontrolable e indescriptible de Güemes. En mi retiro de Madrid y cerca del final de mis días vayan mis respetos a esos americanos que casi sin armas ni pertrechos ni tropa suficiente vencieron a uno de los mejores ejércitos de la tierra...."  Este es nuestro "¡sí, se puede!", A chuza y boleadora, sin metáforas. Así se ganó esa guerra. SIN RETRATO Aquí donde el libro se abre, debió estar, como se impone, con el negror de sus barbas y el oro de sus galones. No está porque su figura entró con él a la noche. Partió sin dejar retrato, por lo cual no es menos prócer. Se descuidó de su luz, de su imán y de su porte. ¿El incendio y el torrente sueñan en ser medallones? Para dibujar la estampa del Güemes que hoy se conoce, los pinceles escucharon la voz antigua del monte. Orillaron la memoria del cerro que fue su molde, la de los fuegos agrestes y las guitarras insomnes. Alguna lanza olvidada también arrimó sus voces, y el viento que anda sin rostro, sin edad y sin colores. Se olvidó de su retrato, pero dejó sus acciones, donde se lo ve como era al resplandor de su nombre. Trajinante como el río, que hasta duerme en el galope, la guerra no le dió tiempo de posar ante pintores. Romancero a Güemes En este Bicentenario la Biblioteca Derly Rodríguez Calderón rinde su Homenaje a este héroe grande la Patria y los invita a todos ustedes a recordar y honrar su memoria. Viva la Patria!!

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