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Lectura en contexto de encierro

Biblioteca: 
Fecha de la experiencia: 
Miércoles, 21 Junio, 2017

“El Programa Provincial de Prevención de Violencia de Cárceles considera al sujeto detenido como un sujeto de derecho y al delito como un producto de la comple­jidad y desigualdad social, por lo tanto una de nuestras funciones como equipo de abordaje psicosocial es la restitución de derechos con miras a la reinserción so­cial”, define Romina Dásaro de la Biblio­teca Popular José Ingenieros de Carlos Casares quien, junto a una compañera, visitaron durante dos años la Unidad N° 28 de la ciudad de Magdalena en la cual el Programa de Prevención de la Violencia funciona con reclusos tran­sitorios y con personas privadas de su libertad desde los diez hasta los treinta y cinco años de condena. 

“Gracias a una amiga casarense, que tra­baja como psicóloga en la Unidad N° 28 de Magdalena, fue que surgió la inquietud de crear una biblioteca, con la colaboración de la Biblioteca Popular “José Ingenieros”, recuerda Romina sobre el primer acerca­miento. “En nuestra biblioteca durante años hemos recibido material bibliográfi­co en calidad de donación y que a veces es material repetido. Siempre redistribuimos esos libros en instituciones educativas ru­rales, pero para este caso particular de la Unidad Nº 28, consideramos pertinente, seleccionar libros para concretar el pro­yecto que se estaba gestando”. 

Primero hubo una intervención y estu­dio del equipo de abordaje psicosocial dentro de la Unidad. Luego visitamos el penal en un día programado y lle­vamos aproximadamente unos 120 libros. Junto con tres colaboradoras de la biblioteca, sumado a las dos pro­fesionales que trabajan en la materia, se desarrolló el proyecto en el cual las psicólogas determinaron quiénes es­taban en condiciones, dentro de la población de reclusos, de asis­tir a una jornada que estábamos programando: “Cabe destacar, que la elección se estableció entre los pacientes que se atienden en el espacio del Equipo de Abordaje Psicosocial, ya que estas sesiones son elegidas voluntariamente por el paciente-recluso”, informa Romi­na. Una vez aprobado el proyecto por el Director del Penal, se invita a todos aquellos que fueron designa­dos a que participen de la jornada y, “con mucha expectativa por todos, fijamos una fecha para el mes de ju­lio”, recuerda Dásaro, “ese día pacta­do llegamos al Penal con el material bibliográfico preparado y selecciona­do, llevando además alimentos para hacer más amena la jornada. El espa­cio que tiene el equipo para atender a sus pacientes, es muy reducido, lo que al principio nos pareció un obstáculo, pero luego favoreció la comunicación entre los veinticinco invitados, ya que el punto de encuentro fue más cerca­no y ameno, lo que permitió una ma­yor apertura en la participación del grupo. Es importante destacar, que el personal policial no participó del encuentro, ya que se considera en el marco de los días de visitas. Primero nos presentamos entre todos y lue­go distribuimos un texto del filósofo Alejandro Rotzichner, llamado “El entusiasmo” y comenzamos con la lectura en voz alta” explica Romina. Luego hicieron una breve reflexión sobre lo leído durante lo cual cada uno expuso su parecer: “también comenzaron a preguntarnos el moti­vo de la visita; por qué los habíamos elegido. Quedaron impactados sobre nuestras respuestas, dado que varios se emocionaron al considerar que al­guien había pensado en ellos aún sin conocerlos; era uno de los pilares en los que se basaba nuestra visita… que quedara un vínculo y un hábito so­bre la utilización de la biblioteca que ahora era creada específicamente para ellos y que era muy importante la utilización de la misma”. En fin, se entusiasma Romina “Esa jornada se desarrolló como preveíamos, nos fui­mos conociendo a través de nuestras experiencias literarias de cómo eran nuestras vidas cotidianas y a qué nos dedicábamos cada uno. Les explica­mos que este espacio, era un lugar no sólo para la reflexión y contención, sino también como un espacio don­de los participantes encuentren su lugar y que sirva para el intercambio, así como también un espacio que diera lugar a la creación, la fantasía y que permitiera resignificar el ser del sujeto desde diferentes roles socia­les. Consideramos que cada ocasión sirve para producir encuentros que generen nuevas marcas y permitan generar movimientos identificato­rios. Nos pareció enriquecedor que la creación de la biblioteca no sea sólo dar libros, sino que permitiera un intercambio de palabras, de pen­samientos, lecturas y experiencias concretas. Al final de la jornada, nos despedimos pensando en regresar el año próximo, por lo que era impor­tante que ellos pudieran ir anotando las necesidades bibliográficas para acrecentar este pequeño inicio”. 

Al año siguiente, durante el 2016, los meses anteriores a julio realizaron la preparación de la segunda visita lle­vando la misma cantidad de libros que el año anterior: “pero esta vez los invitados eran el doble, cincuenta reclu­sos”, explica Romina, “Los participantes estaban muy ansiosos de nuestra visita, ya que ellos eran conocedores de toda la organización previa al día acordado. Se intercambiaron diversas experiencias a partir de la lectura y la utilización del es­pacio. Algunos compartieron sus escri­tos, que surgieron durante lo trabajado en el espacio de psicología. A partir de dicha experiencia, fuimos observando que se generó cada vez más el hábito de la lectura. Los cierto es que como expe­riencia, cada visita fue más enriquece­dora. Leer, escribir, imaginar y crear una forma concreta de conjurar el encierro y de ampliar la mente y el alma con vistas a la reinserción social” 

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